sábado, 29 de enero de 2011

Closure.

Una vez más, el chirriante timbre del piso de bachiller hace vibrar puertas y ventanas en el segundo piso. Todos los alumnos corretean por el pasillo, o se lanzan escopetados hacia las escaleras rumbo a la cafetería. El olor a pan caliente y galletas recién horneadas se cuela por cada rincón del primer piso, al igual que los gritos y las carcajadas resuenan por doquier.
Miranda entra sin prisa en la estancia atestada de hambrientos alumnos dispuestos a pisar cabezas con tal de conseguir un sándwich. Un grupo de chicos y chicas conversa agitadamente como la mayoría de los ocupantes de la cafetería. Sus supuestos amigos. Personas con las que comparte afecto. Pero cuya mayor preocupación es el cotilleo de la semana. La chica se acerca a ellos y se apoya sigilosamente contra la pared. Saluda y algunos responden, sin ni siquiera mirarle a la cara. Miranda escucha su conversación sin intervenir. Los mismos temas sin interés de siempre.
Por fin, armada de un valor para ella importante, aunque quizá no tanto para los demás, decide abordar un tema de conversación, con la esperanza de ganar un poco de respeto y quizá algo de admiración por parte de aquellos extraños con los que convivía, cuando una mano firme fue a parar contra su mejilla, tirándola al suelo y ahogando cualquier atisbo de solidez en su interior.